Hoy es una tibia mañana sin vocación porque tanto podría ser de primavera como de otoño. Y ese es el caso.
Hay días en la dispersa vida del «jubilata» que no encuentran su ubicación real en el día de la semana que le corresponde por calendario, sino que esta ausencia se hace extensiva al mes y a la estación prevista.
Cuando esto sucede -hay que decirlo- cada vez con mayor frecuencia a medida que la edad se encarga de emborronar las cosas, es preciso echar mano de acontecimientos que nos anclen en el suelo como si se tratara de un noray portuario, para no perder el sentido de la realidad.
Si, además, se acompaña este fenómeno de sueños nocturnos atemporales, indescriptibles y ocasionalmente absurdos, casi metálicos, la necesidad ya se vuelve perentoria.
Aconsejo en tales trances la lectura del periódico o alguna revista de actualidad, tanto da si se trata de prensa rosa de comadres impías como la tenida por seria. Encender la radio y escuchar noticias o reportajes narrados por locutores o locutoras de voces familiares muchas veces oídas. Cualquier noticiario de la tele también hace las veces.
Todo con el objetivo de que el sentido de la realidad, ocasionalmente esquivo, te procure el baño necesario y multicolor de la vida que sigue fluyendo aún en las condiciones más adversas y difíciles.
Güenos días (¿qué día es hoy cabrones?), y güenas tardes (también se me ha pasado la hora).