Despedimos este noviembre con nombre propio: Jorge Rueda, el maestro, el inspirador e impulsor de sugerentes maneras de mirar, o no –no a todos ha de gustar-; el «Oteador» como titulamos a uno, de los cuatro nodos, que acotan la investigación «Salvo libros y catálogos».
Una voz incansable, y firme, de mirada al frente que resuena en el caudal de textos que recorre por sus publicaciones y entrevistas. Y en los testimonios de fotógrafos, historiadores y docentes -desde los años 70 a hoy-, que describen su vigor como incitador al acto de hacer fotos y en repartir, desinteresadamente, oficio y criterio – mucho de ambos- sin regates.
Su presencia, en casos implicación, con IMAGINA, la fundación del CAF, CUATRO DIRECCIONES, los talleres de CABUEÑES, CADAQUÉS, entre otros; ARLÉS, la BIENAL de Córdoba, FOTOPLIN, y otras muestras de su participación en foros y espacios fotográficos, reafirman su voz inmutable de huir de la práctica endogámica, y chata, de mirarse el ombligo; y no mirar afuera para crecer y evolucionar -o al menos no repetirse-.
No me permitiré desmitificar al «personaje».
Al brusco, al exigente del buen hacer, de palabras cumplidas y de cariñitos bien compartidos. Al de premisas irreductibles para accesos libres y gratuitos al público. Y al que, como otros, alza la fotografía a arte bella con igual rango a las demás bellas artes.
Tampoco, al indómito coherente. No dudó en ponerse al día en el uso digital con profusión creativa. Ni en apuntar a quien exigía los réditos de su trabajo, y a quien dejaba mamar. En la creación de su primera web -2007- nos impidió «capar» la descarga. No le preocupaba, en absoluto, que para disfrute personal se pudieran bajar/usar sus fotos. Sí cuidaba el tamaño y la resolución de subida, para impedir ampliaciones (a gran tamaño con calidad) y evitar tentaciones al mercadeo.
Mon dieu! Qué impertinentemente congruente trayectoria, y vida, volcada en agrandar la esencia de la fotografía: hacer fotos. Y en la defensa de su objeto al nacer: su máxima difusión. Esta generosidad le otorga un papel, nada higiénico, y sí continúo en la fotografía española e internacional.
De tal universalidad que hoy se proyecta su luz, como un cañón, sobre nuestra rabiosa realidad. Salvo, honrosas excepciones, se repite cansinamente el mismo «hit»: cara A. Tú me lo guisas, yo me lo como; cara B. Yo me lo guiso, y ni me lo como; de profusa distribución por las «franquicias fotográficas» en sus dispensadores, estancos, y de cuño sellado.
Criterio, criterio y después criterio.
El que él repartía por encima de gustos y «camarillas».
Y ternura.
«LA DECANA», texto dedicado a la Real Sociedad Fotográfica, es ECO de la voz, y del talante, de Jorge. Os invito a su lectura, y os emplazo a enero. La GENEROSIDAD inundará su sede de Tres Peces en Madrid.
Me sirvo de su voz para poner el broche final.
«No hay por qué ser tímido ni arrogante,
Porque no es cuestión de timidez ni de arrogancia,
Sino de querer ser corto y preciso
al asomar por la primera ventana que se abre en Málaga
a los fotógrafos de su tierra, del Estado y quizás del Mundo.
Es cuestión de que sobran las promesas y las retóricas.
De que ya es tiempo de HACER.
De que las tenazas se han abierto.
Y parece que los grilletes han caído.
Nos sigue sobrando la alegría.
Y nos volcamos sobre esta esperanza fotográfica.
Que hoy empieza a ser presente.»
Salud………………. MENTAL