Toda persona, desempleada o en cualquier otra situación vulnerable, puede crear riqueza cultural y económica con el conocimiento, comprensión, y práctica de las tres erres útiles: reducir, reutilizar y reciclar.
Un objeto reducido, reutilizado o reciclado, correctamente, es un residuo menos en nuestra casa, para nuestro barrio, pueblo o ciudad y, por supuesto, para aliviar a nuestro Planeta Tierra de cada vez mayor cúmulo de basura innecesaria. Supone un deterioro medioambiental y un coste económico insostenibles.
Y, además de sernos útiles, como lo es un tarro de cristal para hacer conservas, se transforma en una creación artesana, única, personal y bella, con productos de uso común en nuestro entorno. En la reutilización no cabe, ni debe importar, la perfección. Trabajamos con el prototipo, y con inagotables fuentes y materiales para la inspiración. Tampoco nos ha de preocupar su deterioro o ruptura. ¡Tendremos, siempre, nuevos materiales para crear!
Practicar la reutilización, además, es una fuente de integración, inclusión y desarrollo socio-económico. Tanto para las personas como para los municipios, las ciudades, los barrios…