SALVO LIBROS Y CATÁLOGOS

EDICIÓN DE LA FOTOGRAFÍA TRAS LA VOZ DE JORGE RUEDA

«Salvo libros y catálogos» es un proyecto en torno a las ediciones de fotografía en España que, tras las referencias biográficas del fotógrafo y editor Jorge Rueda, constituyen su base documental y conforman un fondo de catalogación a cargo de Lucia Osuna. Un recorrido, dirigido por Julián Barón y Rocío Gutiérrez, que pone en valor la representatividad y la relevancia de las publicaciones.

«Nuestra investigación, fiel a su testamento, toma como punto de partida mirar aquello que salva, y que perdura hoy, impreso en libros, revistas y catálogos. Una obra en sí misma atravesada por un torrente de artículos, entrevistas, textos críticos y de acompañamiento.

Os invitamos a colaborar en el Libro de Visitas, convencidos de que aún quedan ítems para expandir el índex, como voces referentes y publicaciones, de toda índole, a incorporar al recorrido tras la voz de Jorge Rueda.»

LIBRO DE VISITAS

Rocío Gutiérrez

5/3/2024

«Es el fotógrafo español, que a mi entender, mejor imprime «movimiento» a los sujetos, con sensación de paso por la escena, con cinética. Aunque aparezcan congelados en el aire o arrastrados casi fuera de la foto.
Y no hablo de sensaciones insinuadas, sino palpables evidentes. Movido por una fuerza natural y lógica, que los sitúa en el cuadro, donde no pueden estar más que un instante irrepetible para ser captados.»

 

Al escuchar la noticia de la muerte de Ramón Masats, la crónica de lo especial, y singular, de su fotografía me ha resonado cercana, compartida en otra lectura reconocible casi palabra a palabra, diría.

En casa reposada entre la fotografía de dos maestros, el cinco de marzo nacía Jorge Rueda, se ha encendido el farolillo. Tal cual, en 1990, reseñaba a Ramón Masats en la revista El Paseante.

Es caprichoso el azar entrelazando a dos miradas que van más allá del hecho fotográfico. No hay despedida. Hay memoria.

El Centro Andaluz de la Fotografía rinde homenaje a Ramón Masats, fallecido ayer en Madrid a los 92 años, con la exposición de una instantánea de su obra como ‘Imagen Única – Fondos CAF’, un proyecto en el que se ha reservado una sala específica dentro del espacio expositivo del centro, concretamente en la sala Jorge Rueda, para ir destacando periódicamente y de manera aislada, obras importantes de los fondos y archivos del Centro.

*.- EL PASEANTE. Núm. 18-19 «Capricho español» – texto «De lejos y de cerca. Fotografía española contemporánea» Jorge Rueda, (p. 168 – 185). Fotografías, Jorge Rueda, Carlos Pérez Siquier, Ricard Terré, Ramón Masats, Chema Madoz, Ramón David, Tomy Ceballos y Juan Esteban de Benito. Fondo catalogación SLYC > https://linktr.ee/SalvoLibrosyCatalogos

Rocío Gutiérrez

17/11/2023

Hoy no es martes, pero sí es trece

Una frescura, para los tiempos modernos, reencontrarnos.

 

«Las cosas son como son, no como yo quiero que sean.

Es una evidencia palpable que tengo que aceptar me ponga como me ponga.»

*.- Revista Nueva Lente fotografía, n.º 49, marzo 1976. Texto “Para templar y mandar” (p. 9), fotografía de Jorge Rueda en editorial “Foto-fija robot” (p. 33), otros textos sin firma. Fondo catalogación SLYC > https://linktr.ee/SalvoLibrosyCatalogos

*.- Página web creada y diseñada junto a Jorge Rueda en 2007 por AlrOjO. Autorretrato, ©roc. > https://www.alrojoweb.com/jorgerueda/ 

SLYC

20/4/2023

Fondo epistolar

La gratitud a los fondos cuidados y accesibles, es que gracias a existir hallamos relaciones en, o desde, el más allá.

Ambas cartas datadas en enero y octubre de 1971 pertenecen al Fondo Xavier Miserachs (1954 – 1998), Col·lecció MACBA, Centre d’Estudis i Documentació. A fin de los ochenta Miserachs, con la ayuda de la historiadora M. Dolors Tapias Gil, organiza su archivo que tal cual se mantiene en la actualidad.

Su lectura confirma, para SLYC, la exactitud en biografiar, como cofundador, a Jorge Rueda de Nueva Lente. Antes de publicar el primer número ejerce de oteador para los contenidos visuales de la revista, aún por nacer.

*.- Col·lecció MACBA. Centre d’Estudis i Documentació. Fons Xavier Miserachs.

Lucia Osuna

20/3/2023

Comunicación Congreso Sobre Fotografía

Responsable del Fondo Jorge Rueda, editora de contenidos para el cuestionario realizado para el Congreso, en Alcalá de Henares, como invitación a un ejercicio que sumerge en el universo creativo del proyecto «Salvo libros y catálogos -SLYC-»

Txema Alcega

14/3/2023

 

Ahondo en su conocimiento gracias a la presentación en el Congreso Sobre Fotografía de la Comunicación de Rocío Gutiérrez «Salvo libros y catálogos. Edición de la fotografía en España, tras la voz de Jorge Rueda»

Coautores: Julián Barón y Lucía Osuna

*.- El 1er. Congreso Internacional “Sobre fotografía”. Conversaciones desde la creación, educación, industrias y patrimonio se celebró los días 9, 10 y 11 de marzo de 2023 en la Universidad de Alcalá, organizado por la Plataforma Centro de Fotografía e Imagen en colaboración con la Universidad de Alcalá.

Ana Muller Lasa

17/11/2022

 

Conocí a Jorge Rueda en el año 66, recién llegado a Madrid y después de haber hecho el servicio militar. Me contó que ahí hizo pocos ejercicios pero sí se dedicaba hacer las fotos de carnet que, constantemente, se requerían.

Fuimos varias veces juntos a la RSF y durante unos años nos veíamos bastante asiduamente. Yo, al ser más joven, y en aquellos años tan represores y reprimidos, reconozco que Jorge me imponía por sus comentarios, siempre ácidos y transgresores…, pero siempre nos trató con afecto a mi y a mi padre.

Recuerdo su furgoneta adaptada a sus necesidades de alma libre, su buhardilla en Madrid y lo extraordinariamente mañoso que era para diseñar y producir todo tipo de artilugios.

Me fascinaba su obra y su capacidad creativa, siempre pienso en lo que tuvo que disfrutar cuando se inventó el PhotoShop. Él, que con enorme paciencia, fue capaz de producir imágenes tan elaboradas que, hoy día, parecen ¡hechas por ordenador!

En los años 70, un día posé para él. Conozco las dos imágenes y están en su galería. Ambas dos están muy ««interpretadas» y apenas me reconozco pero, ahí están.

Han pasado 10 años desde que se fue pero, su mensaje está de rabiosa actualidad. Hace falta espíritu crítico, hace falta compromiso, hace falta honestidad y hace mucha falta una gran casa para la fotografía nacional.

*.- Foto Vent

Rocío Gutiérrez

17/11/2022

En memoria. Álbum. Epistolario.

 

Nuevo 17 de noviembre que con gusto y, cómo no, emoción, dedico a visitarte.

Con sorna, y retranca, compuso este anuncio con la «estampa» tomada.

Resuena, tras los años, la carcajada.

Salud

 

(a) Nota

Quienes no trataron a Jorge, o «pieles finas» para el humor, les sugiero huir de la interpretación superficial.

*.- Foto álbum

Juan Antonio Fernández Rivero

28/1/2022

Centro de la Imagen Ros

 

Asistí a los eventos del Ciclo de Homenaje -en Málaga-, porque considero a Jorge Rueda una figura fundamental en la historia de la fotografía española del siglo XX. Mi experiencia personal con él fue muy limitada, aun así la quería contar.

Creo que la primera vez que supe de él fue cuando vi en el kiosco una revista de fotografía que se llamaba «Nueva Lente», y que me pareció tan distinta a la que yo venía comprando -«Arte Fotográfico»-, que desde aquella primera vez intenté comprarla siempre. Lo que no era fácil entonces porque algunas veces, sencillamente, no llegaban –creo que algún número fue secuestrado o prohibido-. Afortunadamente hoy conservo un buen número de ejemplares.

Desde entonces le seguí la pista. Luego, a principios de los años ochenta, Gonzalo Ros -de los laboratorios de revelado Ros-, creó en Málaga el llamado: «Centro de la Imagen Ros», una especie de club/asociación que celebraba reuniones semanales. Entonces era muy joven -25 o 26 años- pero ya estaba totalmente «abducido» por esa cosa llamada «fotografía».

Al cabo de dos o tres reuniones, pregunté a alguien que quién era ese personaje que, aparentemente, no intervenía en nada pero que estaba siempre presente, asintiendo o gesticulando, mientras nos miraba a los pipiolos asistentes. Cuando me dijeron que ese era Jorge Rueda no podía creerlo, allí estaba el genio, mi idolatrado Jorge Rueda, sentado como si nada, comiendo cacahuetes mientras asistía a los eventos que allí se desarrollaban.

Desgraciadamente el Centro, financiado por los Laboratorios Ros, duró poco -un año o algo más-, pero fue muy intenso. La dirección la llevaban Carlos Barranco y Antonio Durán, dos fotógrafos profesionales de Málaga, pero por allí desfilaron los nombres más reputados del panorama fotográfico nacional del momento: Carlos F. Villasante, Rafael Navarro, Miguel Oriola, ¡Yo qué sé!… lo mejor, no recuerdo todos los nombres -¡ya no tengo aquellos veinticinco años!

Allí se celebraron exposiciones, charlas, talleres, proyecciones de audiovisuales,… Málaga era entonces una ciudad muy provinciana, con un nivel cultural bajo, y de repente teníamos allí a la crema de la fotografía de autor en España. Aunque ahora casi nadie lo recuerde, aquél Centro sirvió para potenciar enormemente la fotografía en Málaga. Y muchos de los que luego nos dedicamos, de una u otra forma, a la fotografía, bebimos de sus fuentes. Aunque Carlos y Antonio llevaban la gestión era evidente que Jorge estaba detrás de todo, sin su figura, sus conocimientos y relaciones, aquello hubiera resultado imposible. Luego vinieron los «FOTOPLIN», y algunos otros eventos en Málaga con participación de Jorge, a todos los cuales asistí.

Lo que quería contar es esta experiencia que fue tan breve, que poca gente recuerda, pero que a muchos nos marcó bastante. No había ninguna revista. Yo, que lo guardo y colecciono todo, no encuentro ahora ningún documento que de prueba de que aquello existió. Que recuerde no se editaron folletos ni nada parecido, y como no había internet,… pues, entre una cosa y la otra, no queda más que nuestra memoria.

Gonzalo murió hace muchos años, pero hace algunos menos le conté esto a Rosa Ros, su hermana y custodia del legado fotográfico familiar, y se mostró muy interesada. Me dijo que no sabía nada. Entonces rebusqué por mis papeles y archivos y lo único que encontré, para enviarle, fue un pequeño carnet que dieron para poder asistir a las reuniones, prueba de la existencia del «Centro de la Imagen Ros», en el que Jorge Rueda tuvo un papel fundamental.

 

Juan Antonio Fernández Rivero

*.- Carnet «Centro de la Imagen Ros» por cortesía de Juan Antonio Fernández Rivero.

SLYC

7/1/2022

Jorge Rueda, fotógrafo-guerrillero antifranquista

 

«… En 1968 Rueda entró como redactor gráfico en el semanario Triunfo, el más progresista de los medios de comunicación tolerados por el régimen. Uno de sus primeros encargos fue mostrar “el tercer mundo oculto en Madrid”, que coexistía con el incipiente consumismo, con duras imágenes del contraste. Ese verano participó en la serie de artículos de Luis Carandell sobre “Las playas del sol”, viajando juntos por la costa andaluza para fijarse en cómo el nuevo disfrute de vacaciones playeras modificaba la cultura tradicional. La escasa remuneración, los encargos que no se valoraban adecuadamente y la falta de acreditación de la autoría de cada foto, le llevaron a abandonar esta revista a fines del mismo año… »

*.- Jorge Rueda y Luis Carandell recorriendo España, en agosto de 1968 con un Seat 124, realizando un reportaje para Triunfo

Nacho Rubiera

27/12/2021

Jornadas Universitarias de Fotografía

 

Solo como refrendo contaré una anécdota que se produce en 1983 en mi colegio mayor Elías Ahuja durante el coloquio de uno de los debates dentro de la «Jornadas Universitarias de Fotografía», -de las que fui fundador, y por las que conocí a Rueda-.

Se discutía sobre lo de siempre, que si obra única, que si limitar tiradas, que si destruir los negativos tras la edición, bla, bla, bla…

Entonces Jorge se levantó y dijo que sus fotos originales no tenían ningún valor, que el solo las hacía como medio para llegar a la impresión, que una vez impresas duraban mil años. Y que deseaba que se imprimieran todos los ejemplares posibles sin limitar el número. Que la fotografía solo valía para eso. 

Ya se pueden imaginar la que se montó…

 

Hoy, al leer, recordé ese momento. Y creo que la conexión es evidente.

Sí «Salvo libros y catálogos», lo demás no importa.

 

«…

Dentro de las mismas jornadas se han preparado unos seminarios prácticos de fotografía sobre evolución de la fotografía de modas en paralelo con las demás artes visuales: 

Condicionamientos económicos y sociales (Javier Vallhorat)

Coloreado a mano de fotografías en blanco y negro (Ouka Lele)

Montaje en directo en la toma en la ampliadora (Jorge Rueda)

…»

 

(c) 2022 El País

 

*.- Miguel Trillo. Doble Exposición. CA2M Centro de Arte Dos de Mayo. Catálogo, -págs.343/344-, 2017

*.- Foto álbum cortesía de Nacho Rubiera.

SLYC

24/12/2021

Libro de Artista. Ejemplar único

 

«… Vamos a ver una pieza muy especial porque es un libro de artista que me regaló Jorge en el año 2001 con sus primeros experimentos digitales, incluyendo, incluso, un rincón secreto.

Este, es el libro que confeccionó con una cajita -de madera- que es una auténtica joya, lo conservo como una joya. Todo hecho muy artesanalmente, en la línea de Jorge. Porque Jorge era muy perfeccionista…

Este libro, para mí, es una de las joyas de mi colección de libros…»

 

Extracto de la charla «Cuatro direcciones y Jorge Rueda» de Manuel Santos con motivo del Ciclo Homenaje a Jorge Rueda en Málaga.

Recogemos, cómo no, y agracemos a Manuel Santos la deferencia de corroborar un nuevo ítem, ya incluido, en el listado del fondo de catalogación de SLYC.

Como índica es una publicación, y ejemplar único, de libro de autor. Una vez más el visionario y artesano del «fotolibro» se abre paso.

*.- Manuel Santos inaugurando el Ciclo Homenaje a Jorge Rueda, Charla, Málaga 2021.

Rocío Gutiérrez

13/12/2021

Su voluntad es el legado

 

«Es hora, tras diez años, de tomar los hechos emanados de la voluntad manuscrita.
Leamos a Jorge en su magnitud.
Agarremos su eje: La presencia de Rueda en su voluntad.
Tanto en ordenar la quema de su archivo personal; como en ese breve «Salvo libros y catálogos» tirado como si ná.
Como buen «costurero» -que era- dio puntada con hilo largo largo. Repasad el índex de «Salvo libros y catálogos» y os haréis la idea.
Su voluntad es el legado, como un vinilo de dos caras: la cara A es la quema – una crítica feroz a cómo cuidamos a nuestros fotógrafos y a sus archivos-; la cara B es salvar de la hoguera libros y catálogos. Lectura recomendable del artículo de Laura Terré «La cara B de la voluntad de Jorge Rueda»; y del artículo de Gloria Crespo Mclennan para Babelia -El País-, «El fotógrafo que quemó su archivo pero salvó libros y catálogos».
La armonía del «Lp/Voluntad», leal a su criterio, nos incentiva a mirar hacia delante, evitar a los «desenterradores», y preguntarnos: -¿Qué misión y visión en torno a los archivos y los fondos de fotografía tenemos hoy? Y, -¿para el futuro, qué?
Sorprende percibir cómo el talante crítico de Rueda -al pensamiento más acomodado-, sigue siendo objeto de inquietudes –picores, diría él- del debate contemporáneo – y rabiosamente actual-. Esa media cuartilla es una descarga, un tornado, de audacia de un visionario, que a día de hoy, nos sigue señalando, colocando en el centro del punto de interés, a los archivos. Y nos interpela a contemplar las publicaciones de fotografía como exponentes, y garantes, de su máxima difusión -que no única-.»

Hasta el 31 de enero de 2022, la exposición «Human vs. Amor Propio» en la sala «Italcable» de la sede de la Universidad Internacional de Andalucía -UNIA- en Málaga.

La presencia de «Salvo libros y catálogos», además de sus invitadas a la tertulia del pasado 15 de diciembre, aporta «Mesa de Lectura» con revistas originales e impresiones que los asistentes podrán ojear y leer, y un audiovisual que describe el método y narra el trabajo del fondo de catalogación tras la voz de Jorge Rueda de la edición de fotografía en España, a cargo de Lucia Osuna.

 

«Una exposición homenajea a Jorge Rueda, considerado uno de los padres del surrealismo fotográfico español ‘Salvo libros y catálogos’, un proyecto de investigación creado en 2020 por Julián Barón y Rocío Gutiérrez, es el legado de Jorge Rueda y en la exposición estará representado por una pieza audiovisual y una mesa de lectura donde se recoge toda la información editorial y bibliográfica acerca del autor que permitirá conocer el pensamiento y la obra de este singular y excepcional fotógrafo

(c) 2022 Europa Press.

En una mesa de lectura también se pueden consultar las revistas que Rueda dirigió, como Nueva Lente o Aquí Imagen. Los comisarios comentan que Rocío Gutierréz, Julián Barón y Lucía Osuna han realizado un proyecto de investigación con los textos publicados, catálogos y libros del fotógrafo para crear un fondo documental con más de 200 entradas.

(c) 2022 Málaga hoy.

*.- Su voluntad es el legado, Tertulia, Málaga 2021

*.- Fondo de catalogación Jorge Rueda. Audiovisual © 2022 LO/SLYC.

Laura Terré

17/11/2021

La cara B de la voluntad de Jorge Rueda

«Jorge Rueda no fue un fotógrafo al uso que hablara solamente a través de las imágenes. Fue un intelectual que enseguida que tenía algo que decir empleaba el fotomontaje y la palabra. La foto no era suficiente. Fue consciente del acto de materializar «la obra» en las publicaciones, lo que conlleva el deshecho de los borradores que sirvieron para su construcción. Con el gesto de desechar, nos ha evitado la elucubración acerca de los descartes, de los pentimentos, del material en bruto en las hojas de contacto. También son borradores, aunque nos escueza la idea, los negativos como materia prima de su discurso. Nos ha facilitado el trabajo para no errar en la interpretación. Pero su fórmula no se puede aplicar a todos los fotógrafos ni a todos los archivos.

No en todos los casos contamos con publicaciones suficientes en vida del autor que dejen un testimonio claro de una «obra». Tampoco todo archivo es una «obra». En otros casos podemos decir que el archivo es «la obra». Cuando es así, el autor nos lo ha indicado con mil detalles de cuidado, de organización. Los itinerarios para recorrer un archivo son indicadores de su interés. Los trazos que revelan su contenido. O no.»

*.- Voluntad, 2010

*.- HUMAN, 2007 -págs.16/19-. Transcripción del texto «por el retrovisor» publicado en Vidas Privadas, Exposición y catálogo. Colección Fundación Foto Colectania, 2004 -pág.71-. En él incluía, literalmente, lo escrito en su voluntad (manuscrita en 2010).

SLYC

29/10/2021

«MAL DE OJO»

 

De un valor excepcional para «Salvo libros y catálogos» es el recorrido testimonial que la fotografía de álbum aporta a la investigación. En esta suma orgánica, junto a lo académico, se teje un hilo indivisible con las publicaciones que va más allá de la función de contextualizar visualmente el momento en el que aconteció.

En la excelente muestra online «Salvo libros y catálogos» -organizada junto a FIEBRE, y con colaboración de Miren Pastor, Jaime Narváez y Jon Unibaso-, se presentó una selección, aún mínima, muy representativa de la voz de Jorge Rueda.

Se ha comentado a lo largo de este libro de visitas, que su voz acompaña a sus fotos desde, al menos, 1978. En «Mal de ojo» – reproducido fielmente a su edición en la muestra clausurada el pasado 31 de mayo-, se materializa su dualidad creativa.

La foto de álbum -por cortesía de Oscar Molina– corresponde a la mesa celebrada en la presentación de la exposición «Mal de ojo» organizada por «Mestizo» en 1997, y Paco Salinas editor del catálogo con idéntico título.

«Mal de ojo» es una publicación de fotografía singular en sí misma, excepcional si fijamos el año de edición, y visionaria desde el momento actual como libro de autor -«fotolibro»-. Ahora bien, si la vemos como el catálogo para una exposición fotográfica, sencillamente, es extraordinaria. Una pieza contemporánea para la edición y un referente para la reflexión de lo que sí permanece en el legado, tras el cierre de una gran exposición, y como amplificador, masivo, de la fotografía.

 

– Nota de autor: «Los catálogos, algunos renglones torcidos de los dioses». Título de una próxima publicación.

 

Referencias bibliográficas:

* «En 1997 publicó el libro titulado Mal de ojo, que constituye un fiel resumen de su estética particular». Real Academia de la Historia > https://dbe.rah.es/biografias/67131/jorge-rueda

* MACBA Detalle adquisiciones biblioteca, 1997.

* Referente en temarios de programas académicos. Entre otros el de Concha Casajús Quiros en su edición, correspondiente, del Master en historia del arte contemporáneo y cultura visual/Universidad Autónoma de Madrid/Universidad Complutense de Madrid/ Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía

* ZONEZERO fundada por Pedro Meyer, es, y ha sido siempre, un espacio de diálogo desde la fotografía y acerca de ella. Hoy, como nunca antes, la imagen se ha convertido en la materia prima de las conversaciones a nivel global y por e Guardar y salir ncima de cualquier barrera geográfica, cultural, ideológica o idiomática. > https://zonezero.com/es

1. Foto cortesía de Oscar Molina. De izquierda a derecha: Jorge Rueda, Vari Caramés, Joan Fontcuberta, Toni Catany y Oscar Molina.
2. «MAL DE OJO» -Pags.6/7- Mestizo, 1997.
3. ZONEZERO. Captura pantalla.

SLYC

24/9/2021

 

Una foto que ilustra la manera de visionar porfolios de Jorge Rueda en el festival de Arlés en 1976.

Incluida, entre otras, en el artículo «El largo y cálido verano. Arlés. Primera entrega.», publicado en Nueva Lente 56.

 

Montserrat de Pablo

28/5/2021

Jorge Rueda

A Jorge Rueda no le interesaba la fotografía como objeto de culto, con ampliaciones numeradas, para museos o galerías. Para Rueda el valor de la fotografía consistía en la reproductibilidad, no solo fotográfica, sino en las ediciones impresas, considerando estas como piezas originales que permitían mayor difusión y llegar a más público que una fotografía colgada en un museo o galería. De hecho, algunas de sus obras son montajes realizados directamente en imprenta. Y precisamente por eso daba mucho valor a la edición gráfica, a la calidad de impresión, los ajustes de color, el tipo y la calidad del papel, etc.

Siempre se jactaba de que su mayor exposición permanente estaba en el cementerio de su pueblo, donde tenía una exposición de retratos minuciosamente retocados.
Fotógrafo autodidacta, como la mayoría de los de su generación, tenía un grandísimo control de la técnica fotográfica, aunque no le daba excesiva importancia y trabajaba de una manera poco ortodoxa, lúdica y experimental.

La fotografía social, el reportaje y cualquier tipo de manifestación popular (eventos políticos, religiosos, institucionales, manifestaciones), el Rastro de Madrid o la visita del Papa se convertían en escenarios ideales para capturar situaciones y personajes. Un rico material que utilizaba para los montajes fotográficos. En estos lugares se movía a sus anchas, podía fotografiar libremente, ponerse delante de quien quisiera y pasar desapercibido sin que las personas fotografiadas se sintiesen agredidas. Como dice Joel Meyerowitz, hacerse invisible es una cuestión de actitud.

A veces se vestía para la ocasión, como en la famosa manifestación franquista que tuvo lugar en la Plaza de Oriente en 1970, o creaba carnets de prensa o de partidos políticos para infiltrarse en eventos. Tan pronto perseguía a alguien moviéndose rápido, como un cazador acechando a su presa, como esperaba sentado en una terraza tomando una cerveza viendo el mundo pasar hasta que ocurría algo o encontraba algún personaje, sombra o reflejo interesante.

Precursor del montaje fotográfico digital. Desde los años 60 la mayoría de sus obras eran fotomontajes partiendo de negativos, muchos de ellos manipulados y retocados minuciosamente grano a grano con pincel y tinta china, montajes en ampliadora, copias en papel fotográfico retocadas con tinta y lápiz o pintadas con colores saturados con acuarelas o aerógrafo, montajes de fotografías recortadas, retocadas y re-fotografiadas o montajes de fotografías mezclados con objetos reales… Utilizaba y mezclaba todas las técnicas posibles para conseguir representar su mundo y sus ideas.

Con la irrupción de la fotografía digital comenzó a utilizar el ordenador y Photoshop de manera intuitiva descubriendo así el medio ideal para su trabajo. La edición digital multiplicaba sus posibilidades creativas y, partiendo de su archivo analógico o fotografías digitales nuevas, se abrió a un nuevo mundo lleno de posibilidades gráficas: el uso de capas, los ajustes infinitos de color, etc. El medio perfecto para materializar sus ideas y construir sus universos fotográficos, que hasta entonces realizaba de forma manual y analógica. El medio digital le permitió ampliar las posibilidades creativas y hacer más sencillo todo aquello con lo que había estado trabajando analógicamente.

Los fotomontajes digitales le daban más libertad creativa y se volcó totalmente en el mundo digital, consiguiendo imágenes más «gráficas» con colores más puros, luminosos, saturados y nítidos. Descubrió el potencial de difusión de las imágenes a través de internet.

Las imágenes de Jorge Rueda son críticas, sarcásticas y ácidas, muchas veces incómodas; le gustaba provocar, ser políticamente incorrecto e ir a contracorriente. Con sus imágenes cuestiona la sociedad, la religión, la política o la represión sexual.
Su surrealismo y sarcasmo pueden verse tanto en su obra como en sus textos:

«Nunca me faltó la salud.
Pero hoy, atrapado por cruel y grave enfermedad,
voy a ir teniendo crudo seguir conectándome a esto.
Así que agradezco de antemano vuestra condolencia.
Con mi más tierno deseo
SALUD PARA TODOS
Jorge»

Fue un visionario, un adelantado a su época.

Vivía en su «paraíso» en la sierra de Ronda, fiel a sus principios y autosuficiente, aplicando sus conocimientos de diseño industrial y energías alternativas. Y, aunque su forma de vida le abocase a la soledad, no era una persona solitaria, le gustaba tener compañía y compartir tanto sus conocimientos fotográficos como su filosofía de vida. Muy generoso como maestro y amigo, aunque le costaba encontrar quien le entendiese o no se asustase de él. Quizás por eso se relacionó más con los jóvenes que con sus coetáneos.

Era un espíritu libre y joven.

«Paso al frente, gesto altivo… y mala leche»

 

Montserrat de Pablo, © Texto para el «Encuentro para profesionales». FIEBRE PHOTOBOOK 2020

 

ZOOM 20, -págs.18/23-, 1978
«Colección Primavera Verano 79 pret a porter»

Demetrio E. Brisset

30/4/2021

Mis encuentros con Jorge Rueda

Conocí a Jorge en la primavera de 1971, poco después de mi regreso a España. Unos comunes amigos teatreros, me dijeron que me podía orientar en mi ingenua pretensión de trabajar como reportero de prensa, dada su experiencia en Triunfo. Me transmitió su desencanto con la prensa española, donde no se respetaba la autoría de los fotógrafos, además de pagarles poco. A pesar de su amargura, lo intenté, comprobando lo acertado de su opinión negativa.

En enero de 1972 viajé a París para tratar de publicar fotos de España, y encontré el número de verano de los muy izquierdistas Cuadernos de Ruedo Ibérico, donde aparecía una serie de 12 fotos de la concentración franquista en la Plaza de Oriente el 17 diciembre de 1970, que me sorprendieron por su virulenta crítica, firmadas por un tal Pizzi.

Al vernos a la vuelta, se lo comenté, enterándome que él estaba detrás de tal seudónimo, manteniendo su nombre secreto para evitar represalias del régimen. A partir de entonces entablamos una fluida relación amistosa, sin llegar a íntima.  Compartimos parecida postura política (en sintonía con la acracia), deseos de provocar con una fotografía corrosiva y entusiasmo por el fotomontaje. De hecho, durante mi estancia en Londres de 1969 había conocido la obra de John Heartfield y su potente uso del fotomontaje como arma política, lo que me espoleó para trabajar en esa línea. Otra vertiente común era nuestra colaboración con los grupos de teatro independiente, avanzadilla cultural antifranquista que forzaba los límites de la censura.

A lo largo de los años, me ayudó a difundir mi obra, tanto en la revista Nueva Lente como en exposiciones que coordinó, como los Encuentros de Arlés (1978) y los de Andalucía en Málaga (1979). Una discrepancia que mantuvimos fue sobre el valor mercantil de nuestro trabajo. Tanto en prensa como en teatro, yo les ponía un precio bajo para vender muchas copias, siendo criticado por él: «Las vendes al peso. Y lo que yo hago es venderlas tan caras como el solomillo: quien las quiera, que las pague». Su posición a este respecto era inflexible, no cediendo ante los mercaderes aprovechados. Y si podía mantenerse sin concesiones comerciales, era por su austeridad, al vivir con el mínimo de bienes materiales. Así, su escueta buhardilla en el barrio de las Letras (antes que se pusiera de moda); su mini-furgoneta que adaptó tan bien para vivienda y estudio fotográfico rodante, que salió como ejemplo en una revista del motor; y sus también reducidas camaritas que le permitían gran libertad y no perder ocasiones de atrapar buenos instantes.

A finales del siglo, coincidimos en escaparnos de Madrid y vivir en la misma provincia, Málaga; él en su en la aldea de Jorox (donde fantaseaba con dedicarse a «Bodas, bautizos y comuniones») y yo en la capital, a la que no le gustaba ir, salvo por necesidad. En su semi-retiro monacal en un viejo molino restaurado, se zambulló en las técnicas de posproducción del Photoshop, alcanzando un novedoso nivel en su ácida descripción social. Allí nos vimos por última vez hace una docena de primaveras.

De nuestros encuentros, guardo varios recuerdos gráficos. Aquí mismo ya se publicaron las fotos que le tomé al final del franquismo en su minúsculo puesto del rastro madrileño (donde vendía objetos viejos más que antigüedades) y en la Galería Redor, tanto en una exposición como en un «happening fotográfico». Ahora mostraré otras inéditas, donde daba rienda suelta a su vertiente histriónica, como actor encarnando el personaje de un antiguo fotógrafo de feria o minutero. Si él las hubiera visto, seguro que me diría: «Tíralas a la basura. ¡Son un horror, están quemadas!», y tendría razón, ya que pertenecían a unos rollos destinados al espectáculo, a los que multipliqué la sensibilidad forzando mucho el revelado. Y encima, utilicé el flash para el interior donde él se instaló. Jorge era muy exigente con la técnica, empezando consigo mismo. Pero me resisto a no divulgar estos contactos, en homenaje a él.

Se trataba del estreno por el grupo Tábano de la obra «Los últimos días de soledad de Robinson Crusoe» (del Grand Magic Circus francés), que tuvo lugar en el palacio de deportes de Salamanca. Antes de la representación, los miembros del grupo hicieron un pasacalles, atrayendo a la chiquillería hacia el recinto, cuales flautistas de Hamelin. Y allí le encontré feliz como uno más del elenco, rodeado por un coro infantil ante el que ejercía de rey mago repartidor de caramelos. Más tarde, instaló una antigua cámara de cajón en un pasillo, y procedió a fotografiar a los asistentes que se colocaban detrás de los descabezados monigotes pintados en una tabla. Esa noche, representando a un retratista minutero de otra época, creo que disfrutó de uno de los más agradables momentos de su larga y fecunda trayectoria fotográfica.

 

Demetrio Enrique Brisset, marzo 2021

Jorge Rueda, minutero en Salamanca, 1979
Fotos álbum, por cortesía de Demetrio E. Brisset

Carlos Canal

23/3/2021

«IGNIS VITAE». RECORDANDO A JORGE RUEDA

El tiempo pasa inexorable y es ahora, cuando se van a cumplir diez años de la perdida de mi amigo Jorge cuando los hilos del tiempo parecen volver a tejer la madeja de la vida y la memoria se llena de fogonazos de un pasado que no quiero olvidar.

Recordare siempre la pasión con que Jorge defendía que, los autores pudieran recibir remuneración económica por exponer y editar sus obras ya que formaban parte del entramado cultural de la sociedad. Uno de sus temas preferidos de conversación eran “los desenterradores”, y la necesidad de terminar con una especie que, se dedica a remover las cenizas de creadores que no han tenido el reconocimiento en vida, y especulan con el valor del objeto, más aún, después de muertos. Resuena en mis recuerdos una frase que Jorge repetía con insistencia: “Prefiero vender mil fotos a un euro que una foto a mil euros”

Jorge se definía como un ser “tosco” y “molesto” que, rechazaba la palabra artista, a pesar de crear una obra genuina y singular, fuera de las corrientes de la época y sin referentes determinados. Sus imágenes perturbadoras, respiraban frescura y sentido del humor. Rebosantes de surrealismo, sexo y crítica contra el poder religioso, político y militar, cuestionan los valores de una sociedad hipócrita que defiende lo políticamente correcto.

Durante los años que compartimos nuestra amistad, descubrí un ser humano tierno, tímido, valiente, inseguro, generoso, sincero y coherente. Buen amigo de sus amigos, desconfiaba de los desconocidos, mostrando en ocasiones su acritud y mal carácter. Jorge era un disfrutón, y luchaba contra el aburrimiento de la vida cotidiana realizando performances, produciendo electricidad, haciendo casas, inventando artilugios, defendiendo sus tres principios existenciales de “salud, dinero y amor compartido” vivió hasta sus últimos días con pasión, sexo y libertad.

Hablamos mucho en las últimas semanas de su archivo, de la necesidad de preservarlo, de que pudiera formar parte de los fondos de alguna institución. Jorge lo tenía muy claro, y su familia y sus amigos también, ya habíamos sido aleccionados en repetidas ocasiones de que si no se producía “la compra” por parte de algún coleccionista o institución, el archivo ardería en una pira. A Jorge le sorprendió la enfermedad y la muerte se lo llevo en dos meses. Hasta el último momento intento que la venta se produjera, cosa, que desgraciadamente no ocurrió. En abril de 2010, una nota manuscrita expresaba su voluntad de que “SE QUEMEN concienzudamente y por completo” todos los negativos archivados en una maleta, las fotos, diapositivas, y discos duros que se encuentran en la casa. Lo único que había que salvar eran los libros y catálogos, ya que para Jorge, la fotografía había nacido para reproducirse.

Tengo grabada en mi memoria la escena que cierra la vida de mi querido Jorge, ya en casa, con una energía desbordante para un moribundo, comenzó a organizar como íbamos a preparar la pira en el jardín al día siguiente, él estando presente, dando instrucciones y controlando todo el ritual. Un final digno de un ser humano que vivió hasta su último suspiro manteniendo el espíritu de la coherencia y la libertad.

Este video representa su última obra y también su testamento. “Ignis Vitae”, toda una vida convertida en ascuas. Tu familia y tus amigos cumplimos tus últimas voluntades. Descansa en paz Jorge.

 

Carlos Canal, marzo 2021

«El espíritu de la coherencia»
Video por cortesía de Carlos Canal

SLYC

19/3/2021

ZOR, versus Jorge Rueda

Así publicaba en Quesabesde su «postalita del viernes». Además de miles de post con clases magistrales de fotografía y vida.

Sus contenidos y su foro de fotografía se convirtió durante quince años en la referencia indiscutible en el sector de la fotografía en español. Hoy es un recuerdo de quienes lo disfrutaron. Se cerro la página en el año 2016, tras haber cerrar su foro un tiempo antes.

Con la pérdida de Quesabesde no quedaron demasiados sitios en internet en los que encontrar información escrita en castellano sobre tecnología fotográfica: Albedo Media, dirigida por Manuel San Frutos; Xataka Foto; y Photolari, donce los ex colaboradores de Quesabesde Iker Morán y Álvaro Méndez, desarrollan su propia apuesta.

Morer Non

19/3/2021

 

Querría decir algo sobre Jorge Rueda y no sé como.

Coincidimos en espacios virtuales y fueron años de absoluta riqueza.

Esa capacidad de hacer ver aún sin pretenderlo, esa presencia.

Nunca nos hemos visto ni oído.

Solo nos conocimos, como se conocen quienes comparten algunos pensamientos e intenciones sin censura.

Era denso Jorge, pero no denso plomizo, sino de una densidad liviana, maleable -como su «platoro» quizás-, siempre dispuesto a arriesgar y lo más difícil… asumirlo.

Con esto me he quedado y por ello sufro, pero duermo bien cuando puedo.

Gracias Jorge, por ti y por tu eco…

 

morer.

SLYC

16/3/2021

«Memes» Jorge Rueda en el «caralibro»

SLYC

12/3/2021

 

En abril de 1976, Jorge iba a inaugurar una exposición en la «Photogalería» de Madrid.

Por entonces yo colaboraba con la seria e influyente revista semanal «Cuadernos para el Diálogo», y quise propagarla, redactando un artículo a partir de una mezcla de conversaciones y textos suyos.

Cuando nos vimos más adelante, me dijo que «la escribí sin haberla visto», ya que iba en otra dirección formal. En fin, aunque no correspondiera exactamente a las obras expuestas, creo que reflejé su actitud artística.

 

Demetrio E. Brisset

Enri Castorp

6/3/2021

 

Descubrí a Jorge de una forma un tanto particular, antes fueron sus palabras y luego sus imágenes y ocurrió lo que con pocos creadores me ocurre y es que cuando pienso en él, me vienen sus textos antes que sus imágenes. Tiempo después pude confirmar, que él ya hacía muchos años que sabía que esa particularidad e interés, era común entre muchos de los que le conocían. Pero hay una fusión perfectamente armoniosa entre sus pensamiento y sus imágenes, tanto, que sin ser necesario para disfrutarlas conocer las dos al mismo tiempo, cuando se conocen ambas, el producto compacto resultante, es tremendamente exquisito y excepcional.

Elijo un texto para poner aquí Nosotros los artistas, que en definitiva reúne casi toda la línea de pensamiento básica que pude apreciar en Jorge y que además, lo divide en dos páginas a modo de contraposición.

El primer texto muestra una visión que parece externa por la ligereza y el cierto desprecio con la que lo relata, es como aquel que se burla de sí mismo y de los demás, muestra los vicios y las debilidades, la vanidad, el poder de la corrupción moral, la falta de principios y ética necesaria para conseguir salir airoso entre las zarzas de la vida. Es una pequeña representación de Fausto contemporáneo a la española, todo sintetizado perfectamente en unos pocos párrafos.

La otra página muestra ese Jorge interno, noble, frágil, inseguro, generoso, humanista, justo y sincero como a menudo suele ser una persona con una exagerada tendencia a la autocrítica. Esta segunda parte, para la que nos ha preparado en la primera, es donde creo que Jorge se desnuda totalmente y muestra sin pudor, lo que quizá tanto le costaba mostrar externamente o al menos en lo que yo pude apreciar.

El primer texto podría ser el Fausto y el segundo reúne todo un compendio de filosofía existencialista. Desconozco cuáles eran los gustos literarios de Jorge, de hecho no parecía querer ser considerado como persona cultivada y rehuía el tema, pero en una sola página se encuentra la estructura de mucha de la filosofía de finales del siglo XIX y siglo XX y lo hace en apenas una página. El texto demuestra una gran capacidad para sintetizar ideas y conceptos en un texto breve y además lo consigue utilizando una fórmula amena, sencilla y entretenida nada que añadir que no parezca excesivo, aunque lo merezca, quizá a él no le haría mucha gracia.

Añado que no lo conocí en persona y durante el tiempo que lo conocí, todo se formuló a través de líneas de texto donde nos faltaba la información gestual, pero en los pocos videos que he visto de él, me pareció confirmarse esa imagen.

Para finalizar, espero y deseo, acceder en el futuro a el máximo número de textos de Jorge, ya que lo que pude reunir es poco y aunque las líneas generales y partes de sus textos los citará a menudo, leerlo en su contexto, forma original e incluso línea de tiempo al que pertenecen, es para mí, muy interesante, así pues gracias por los que lo estáis haciendo.

 

Enri Castorp

Nueva Lente 43 -págs.18/19-, 1975

Carlos F. Villasante

5/3/2021

 

No tengo tiempo, Jorge. Ni espacio.

Cada vez soy más anciano pero no tan sabio como tú.

Aunque seas eterno para mi, siento profundamente que no estés comiendo y bebiendo entre nosotros tus amigos para celebrar esta ecatombe que es lo que se organiza invocando después de una batalla victoriosa.

Brindo por ti por siempre.

Antonio Gallegos

5/3/2021

 

¡Imprescindible esta muestra!

Siendo lo único que se salvó de la quema, no debería pasar por alto el legado de Jorge, como fotógrafo y como criatura pensante en este país que siempre ha dado la espalda a los artistas y criaturas pensantes en general.

SLYC

19/3/2021

 

No era del gusto de Jorge Rueda indicar el año de nacimiento en referencias biografías o curriculares. Explícitamente solicitaba su omisión.

Cosa muy distinta es que en el día de su aniversario le sobrara el ser felicitado por su círculo íntimo. Este 5 de marzo recordamos a Jorge con un texto inédito y entrañable escrito por su querido y leal amigo Carlos -F. Villasante- para SLYC. 

Que lo disfrutéis, va por ti querido Jorge. 

Salud

Para que todos sepan que no ha muerto

En los setenta, Joaquín Garrido Medina afirmó que trabajo es aquello que uno no haría si no le pagasen. Y en eso persistiría su hermano catedrático de cambio social Luis Garrido Medina. También en los setenta, Jorge Rueda afirmaba que el trabajo de un ser humano debería respetarse. Hay un trabajo honesto y respetable, irrefutablemente modelo de Jorge Rueda y otro pesaroso, de frente sudorosa, gana panes que roza en la esclavitud.

Respecto a los rendimientos del trabajo, en su libro «Desatinos», Jorge afirma: «Como te sigues haciendo el sordo y el desmemoriado te repito que me gusta que me des honores pero insisto en que sean comestibles, por favor. A ver si se te ocurre pagarme con justeza alguna vez, cuando programas mis servicios, si comes del ordeño, no olvides que la vaca también come ¿de qué coño crees que vivo?».

El pasado anti franquista de Jorge Rueda no ha quedado suficientemente alabado. En su texto reiteró: y por fin moría el mezquino y sórdido tirano. En primavera y verano solía vestir una camisa de color violeta pasión republicana, pero nunca de rojo y amarillo. La patria, como a mí, le importaba una mierda. Pero le gustaba retratar fachas desapercibidamente. De incógnito y con una mirada irrefutable.

Cuando acudía a una concentración facha, solía mimetizarse para no correr riesgos. Se engominaba el cabello y cambiaba su vestuario a modo facha. Un día, a la salida de un acto de reafirmación nacional de Fuerza Nueva en la plaza de toros de las Ventas, vio que un energúmeno mostraba en la chaqueta, junto a la sobaquera, un abultamiento propio de esconder una pistola. Se acercó y le solicitó que le mostrase el arma enfundada para fotografiarle. El facha accedió al tiempo de advertirle que si la veía publicada por ahí, le buscaría y le mataría. La fotografía se publicó y a la semana, los fachas fueron a buscar a Jorge a su buhardilla de Lope de Vega, afortunadamente no estaba pero le reventaron su casa. Desde entonces y durante un tiempo, vivió en un Land Rover de gran tamaño que le fabricaron ex profeso.

Con ocasión de la primera visita de Juan Pablo II a Madrid, me lo encontré en la plaza de Colón en la que no cabía ni un mea pilas más. Me dijo que estaba encantado fotografiando aquellas almas benditas esperando al papa y su bendición urbi et orbi. Un helicóptero sobrevolaba la plaza con un dispositivo que parecía el frontal de una gran lente. Los dos, entre risas, estuvimos de acuerdo de que se trataba del ojo de dios.

Además de la riqueza de sus archivos fotográficos y textuales, también hacía grabaciones de audio con un pequeño magnetófono de cassette. Y preciosos y emocionantes diaporamas que conmovían. Tenía un gusto exquisito para sonorizar las bandas sonoras. Pero ya no queda nada. Solo en la memoria de los que lo recordamos como un gran privilegio y honor, como su legado. Un día me citó para una audición. En ella, la voz de Jorge narraba una especie de transustanciación que percibió en una caverna de Lanzarote. En los Jameos del agua, se le fusionaron el blanquecino fulgor plateado de los Jameos y la dorada belleza del sol. Y como en un sueño alquímico imaginó una nueva materia a la que llamó Platoro.

Genio e ingenio. Ni tiempo ni espacio, los únicos misterios de su religión. Eso era un tesoro que Jorge portaba con una humildad infinita y, a veces, con mucha mala leche. Como Goya o como Buñuel, con los que le comparé en un texto de presentación para su libro Human. Esa intuición que Jorge desarrolló a lo largo de su obra y de su vida propia de genio. Esa fuerza inequívoca que emana de cada una de sus imágenes a contratiempo y caiga quien caiga. Contra la molicie del abandono a una grata pereza, tan española.

Porque nunca fue bien tratado por el mercado o por los agentes de valores en arte. Jorge les llamaba cuervos porque están esperando a que palme el artista para que suban las acciones y acaparen todo lo que reste. Pero se jodieron porque lo quemó todo. Creo que esa es la razón de la pira. Ese fue su único testamento.

En épocas de vacas flacas, desde Jorox -Alozaina- venía al rastro madrileño para ofrecer las alegrías de su huerta. Y así sobrevivía feliz sin un mal gesto. En la casa que habitaba bendita por el aire serrano, cultivaba buenos manjares que le daba la tierra que mimaba. Un día que le visité comí las mejores alcachofas que he comido en mi vida. Y en una roca de la parcela que rodeaba su casa, fotografió esa serpiente retorciéndose que paraliza el corazón. Sus fotografías poseen la convocatoria paralizante del espectador.

A veces se hacía el sordo, como Goya y Buñuel. Y hablaba alto argumentando que al vivir en solitud no le escuchaba nadie y se acostumbraba a alzar la voz contra sí mismo. Y eso no solo era comprensible, sino muy gracioso. Porque el humor, otra de las características de la impronta española de buen cuño, era una de las actitudes de Jorge. Casi siempre risueño y sin contracturas ideológicas.

Existen dos épocas diferenciadas en sus fotos montajes y collages. La primera es foto analógica y la segunda y última digital. Y siempre la constante de la inexistencia de “costuras” entre forma y fondo. En la primera época ejercía un biselado, lijado al agua y coloreado de los bordes logrando una integración perfecta. En la segunda, una selección y perfilado de bordes también perfectas. Aunque no le gustaba reconocerse como tal, Jorge era un perfeccionista. A veces se ayudaba del aerógrafo, como en la fotografía en la que una mujer levita sobre una silla de ruedas bajo una claraboya.

Como si fuera su propio epitafio, Jorge escribió uno de los textos que me han impresionado:

«Me iré, me iré un buen día, me iré tarde como siempre, resistiéndome a partir y cuando ya no lo esperéis de tanto habérmelo oído. Me iré sin prisa, dejando algún aliento entre vosotros, sin renegar de nada y tratando de perder en mi memoria esta noche triste que me siguió por el primer tramo de mi vida. Os dejo aquí y me duele porque comparto este drama negro que asesina nuestra alegría y la aplaza y la equivoca. También me gustaría quedarme, pero no, quedarse es poco y no resisto el hambre de otra aurora, no creo ya en la promesa de un mañana limpio que no llega. Ya es HOY, ya es. Lo tomo de la mano, lo disfruto, lo acaricio y lo contagio a quien conmigo venga. Quizá sea algo tarde, quizá he dormido mucho, pero aún es tiempo y no quiero que pase sin llevarse entre sus brisas a este cuerpo mío rebelde a convertirse en cadáver o en mártir de otra historia».

Él me llamaba brujo y yo amigo del alma. Y su espíritu pervive más intenso que nunca. Para que todos sepan que no ha muerto.

«Quiero dormir un rato,

un rato, un minuto, un siglo;

pero que todos sepan que no he muerto».

Federico García Lorca

 

Carlos F. Villasante, © Texto para el «Encuentro para profesionales». FIEBRE PHOTOBOOK 2020.

Foto álbum, por cortesía de Carlos F. Villasante

Rosell Messenger

3/3/2021

 

Todo lo mejor para el proyecto de Jorge Rueda y su mágica fotografía surrealista.

SLYC

2/3/2021

Jorge Rueda: Salvo libros y catálogos

Leo con interés los documentos que sobre la figura de Jorge Rueda han recopilado y me han facilitado Rocío Gutiérrez y Julián Barón. Me han propuesto en concreto releer aquellos relacionados con la exposición que él comisarió en 1978 en Les Rencontres d’Arles, una cita que, en su novena edición, se asentaba ya como el gran encuentro anual de la fotografía internacional y que ese año contó, entre otras, con exposiciones de William Klein o Lisette Model. La de Jorge Rueda fue la primera exposición que Arles acogió de fotografía española, una colectiva de veintiocho jóvenes fotógrafos que él seleccionó respondiendo a una invitación por parte del festival. Al igual que él, yo también acepté en 2017 la propuesta que Joan Fontcuberta —uno de los fotógrafos que participó en aquella muestra de 1978— me hizo de presentar un proyecto a la dirección del festival para exponer los trabajos del colectivo Blank Paper, y que dio como resultado la exposición Blank Paper: Histoires du présent immédiat.

Jorge Rueda escribió unas reflexiones acerca de la experiencia en un artículo titulado «Recreativo Español-Arlés» de la revista Nueva Lente que él dirigía. El texto es breve y agudo y, salvando todas las distancias, me anima a pensar en los puntos tanto de convergencia como de divergencia. Lo primero que me llama la atención es ese título, ese espíritu «deportivo» con el que resumió la aventura de un equipo que acude por primera vez a un encuentro internacional después de décadas de un aislamiento solamente arañado por asociaciones como Afal, que tendieron algunos puentes con lo que ocurría en el exterior. La nuestra es una generación que, al contrario, ha crecido dentro de un sistema que promovía el intercambio europeo e internacional y, sin embargo, aún arrastramos algo de esa sensación de inexperiencia cuando se trata de jugar fuera de casa. Creo que, uno de los motivos de este hecho es que, al igual que entonces, el trabajo que ha desarrollado la nueva generación se ha encontrado a menudo alejado del carácter oficial e institucionalizado que representa el marco de este festival internacional. O a la inversa: no se entiende bien esa idea de reconocimiento que supone el interés internacional sin el respaldo y el apoyo previo de las instituciones nacionales.

Siguiendo con las reflexiones de Jorge Rueda en su texto, menciona también el compromiso a la hora de seleccionar nombres y trabajos para la exposición. Él fue juez y parte: era fotógrafo y participó en la exposición que él mismo comisarió, y en este texto se justifica y admite que «ni están todos los que son, ni son todos los que están». En mi caso, la dificultad no fue tanto la de escoger nombres y trabajos, ya que la idea de comisariado respondía a un encargo por parte del festival de exponer los últimos trabajos —incluso aquellos en proceso— de un grupo bien definido por su pertenencia al colectivo como por su participación en la escuela. Es decir, lo último de lo último y contado desde dentro. Como él, fui consciente de que, aunque aquella exposición pensada entre todos los participantes reflejaba bien el trabajo del colectivo, para explicar Blank Paper quizá no bastaba con ceñirse a los nombres de un grupo de fotógrafos y fotógrafas y a sus obras en pared. Pero un festival de estas características exige ciertas dinámicas y, al margen de que todos quedáramos satisfechos con aquel resultado, fuera quedaron —tal vez por falta de tiempo y/o recursos— propuestas más extensas que reflejasen el impulso creativo y educativo y potenciasen las relaciones humanas y profesionales.

Jorge Rueda termina su artículo con la siguiente reflexión: «Empezamos a estar de moda. Temo que a muchos conviene que estemos de moda. Y así vamos a lucirnos en la feria del ganado fotográfico, esperando mejores aires». Demoledora frase esta última —con claras resonancias cuarenta y dos años después—, que incide una vez más en el necesario apoyo para seguir trabajando y participar, llegado el caso, en cualquier encuentro «deportivo» internacional de fotografía.

 

Sonia Berger © Texto para el «Encuentro para profesionales». FIEBRE PHOTOBOOL 2020

Nueva Lente 76-77 -pág. 11-, Junio-Julio 1978

SLYC

26/2/2021

Fuego que prenderá la revolución de los archivos

Últimamente los archivos fotográficos están dando que hablar: dispersión, descoordinación, falta de un criterio común de las instituciones… Y, mientras se da esta situación de indefinición que pone de manifiesto la precariedad en la que se encuentran ciertos archivos singulares y la indiferencia frente a su valor como obra de autor, una amenaza se ha cumplido: la quema “reivindicativa” del archivo de uno de los fotógrafos más significativos para la historia de la fotografía española de la segunda mitad del siglo XX. Me refiero al archivo del fotógrafo Jorge Rueda, quien había dejado por escrito en sus últimas voluntades: “los archivos fotográficos en forma de clichés, diapositivas y fotografías de cualquier tamaño, repartidos en diversos lugares de mi domicilio, sean concienzudamente quemados y/o destruidos por mi albacea, debiendo sólo respetarse los catálogos, libros y publicaciones impresas”. Y de esa manera procedió su albacea, para que el 13 de diciembre de 2011, en el patio de la casa de Rueda en Jorox, se prendiera una fogata alimentada con las grandes copias, los originales de sus clásicos fotomontajes y el archivo de negativos completo en el que se encontraba el registro de la mirada de Jorge Rueda. Mientras, Carlos Canal, íntimo amigo de Jorge, siguiendo también su deseo expreso, documentó todo el proceso de inmolación con su cámara de vídeo.

Presintiendo la potencia y el interés de su archivo y viendo la frialdad con que se afrontaban las negociaciones con las instituciones artísticas del país, Jorge Rueda llevaba años anunciando la quema de su archivo. Para los que le conocíamos sabíamos que era algo más que una amenaza si no lograba venderlo antes. Argumentaba que lo que no le pudo beneficiar a él en vida no iba a enriquecer a ningún otro estando él muerto. “La vaca que da la leche también ha de comer”. Rueda llamaba la atención sobre aquellos fotógrafos olvidados por todos que al morir se convertían en grandes autores, su trabajo se cotizaba más, se llevaban a cabo las grandes exposiciones retrospectivas y se condecoraba a sus viudas. Rueda sentía que las fotos que no le habían comprado en vida como justo salario fruto de su oficio, se irían con él y no formarían parte de ninguna exposición post mortem. En cualquier caso, no estando él, ¿Cómo le iba a doler la intrascendencia o transcendencia de su persona o de su obra? ¿Por qué le tendría que pesar en su conciencia a él, que ya no existe, la historia de la fotografía, la historia de España o cualquier otra historia en la que intuía el propósito vanidoso de un comisario caza cadáveres? Es a nosotros a los que todavía nos puede importar lo que pueda pasar con los archivos fotográficos en el futuro. Y si a cada uno de nosotros nos acabará sorprendiendo la muerte, de eso se trata, ¿a quién le puede importar que los archivos fotográficos perduren para la historia? ¿Hay alguien ahí trabajando tras las puertas de los despachos?

En el caso de que las cosas tuvieran que tener sentido más allá de la muerte, la única razón del acto planeado por Rueda habría sido iniciar una revolución. No fue su deseo acabar destruyendo su archivo, al que siempre se había dedicado y al que había cuidado y guardado imaginándole un lugar en el futuro. Pero finalmente, a la manera de aquellos monjes budistas que se prendieron fuego en Indochina o aquel estudiante de Praga que con su muerte dio el pistoletazo de salida para la revolución de terciopelo, el fuego que consumió el archivo de Rueda hay que interpretarlo como una autoinmolación dolorosa con la finalidad de denunciar la falta de interés por parte de nuestras instituciones culturales hacia los archivos de los fotógrafos en vida. Una forma de protesta extrema. Pero no desesperanzada. Pero no fatalista. Pero no egoísta ni revanchista. Ni cínica. Un gesto de alguna manera generoso de un hombre libre, desprendido de todo y valiente como fue Jorge Rueda. Un gesto radical que no puede quedar ahí como mera nota en la sección de sucesos de la fotografía. Acciones desesperadas como ésta nos inquietan pero necesariamente nos comprometen a la lucha. Nadie descansará en paz hasta no lograr el siguiente paso. Tendremos que vencer la impotencia de no poder recuperar lo ya perdido, alejar la sensación de que la causa está perdida. Lo que sí está perdido y lo hemos de admitir, es el archivo de Rueda. Pero no su causa. Si las chispas que puedan salir de su hoguera tienen que volver a prender ya no será en otro archivo, sino en el coraje que nos hará defender su valor para la sociedad y la cultura. Fuego que prenderá la revolución de los archivos.

 

Por cortesía de Laura Terré, © 2012. Artículo publicado en la extinta revista digital «lamentable»

Captura del video
«El espíritu de la coherencia»

SLYC

23/2/2021

Jorge Rueda: El difícil punto medio

«Nueva Lente y sus equilibrios. Lo mediocre del presente»

El subtítulo sugiere al lector a dónde encamina el contenido de sus preguntas: criterios de la edición de fotografía en España en las distintas publicaciones.

Excepcional entrevista de Juan Ramón Yuste a Jorge Rueda en 1986 para la revista La Luna.

 

Director: Borja Casani. Subdirector: José Manuel Costa. Jefes de redacción: José Tono Martínez y Juan Carlos de Laiglesia.

*.- La Luna 31 -págs.8/9-, 1986

Enrique Sanz

19/2/2021

 

Tanto a título personal como al de Presidente de la Real Sociedad Fotográfica de Madrid, mi mayor admiración para uno de las figuras más modernas, originales y visionarias que ha dado la fotografía en España, vaya con este reconocimiento la reseña de la exposición homenaje que le hicimos en nuestra sede y como el propio Jorge dijo… «si uno no sigue, todo sigue sin uno».

JORGE RUEDA Y SUS CONTEMPORÁNEOS EN LA RSF. HOMENAJE A UN FOTÓGRAFO VISIONARIO

La Real Sociedad Fotográfica se presenta en el marco del Festival Internacional de Fotografía PhotoEspaña 2012 con un sentido homenaje, tras su fallecimiento, a Jorge Rueda. Se trata de uno de sus socios históricos, por lo que la muestra cuenta con sus trabajos originales así como con los de sus contemporáneos, pertenecientes todos ellos a los fondos de nuestra fototeca, con alguna aportación de colecciones privadas.

Con esta exposición volvemos a poner en valor el trabajo de nuestros socios, en esta ocasión, mostrando el trabajo de uno de los fotógrafos más transgresores, iconoclastas e irrepetibles del panorama fotográfico español, junto a otros de sus colegas de generación tan conocidos como Elías Dolcet, Alberto Schommer, Miguel Oriola, Pablo y Luis Pérez Mínguez, Joan Fontcuberta, Jose Mª Ribas i Prous, Antonio Tabernero, Salvador Obiols, Paco Roux, Ouka Lele o Rafael Navarro.

Se trata, con nuestra propuesta, de situar la mirada en lo que sucedía en la década de los 70/80 en la fotografía española y por ende en la Real Sociedad Fotográfica. Esa época en la que Jorge Rueda era uno de nuestros miembros más activos, formando parte de la Junta Directiva de la asociación. Su participación como vocal de ediciones no carece de importancia ya que el nacimiento de la revista Nueva Lente, de la que fue arte y parte durante un tiempo junto con sus creadores, Carlos Serrano y Pablo Pérez-Mínguez, vino a cristalizar, de algún modo, las ansias de cambio que estaba demandando la sociedad en aquel momento.

No puede afirmarse, sin embargo, que la Real Sociedad Fotográfica compartiera por completo las propuestas de Nueva Lente pero, como indican Ana Martín y Manuel Muñoz, estudiosos de la historia de la agrupación madrileña, la mayoría de los nombres mencionados más arriba, se formaron en sus tertulias y obtuvieron reconocimiento en sus concursos lo que influyó, definitivamente, en su proyección nacional.

Y es que los concursos o salones fotográficos, desde siempre, y también en los años 70 y 80, cristalizaban las ansias y deseos de los jóvenes fotógrafos de esa época por dar a conocer sus propuestas. Y, aunque el propio fotógrafo era muy crítico con la fórmula de los mismos, cuestionando más que el concurso en sí mismo el que los jurados favorecieran un determinado estilo fotográfico, fue ganador en la XIV edición del Salón Nacional de Fotografía que organizó la Real Sociedad Fotográfica en 1970.

Y no sólo eso. Como bien explica Enric Mira en su estudio sobre la vanguardia fotográfica de los años 70 en España, a falta de otra infraestructura, el concurso se convierte en la plataforma a través de la cual la crítica, personificada en el jurado, instaura una determinada estética y legitima los niveles de artisticidad de lo fotográfico.

Además del concursante y el jurado, el tercer elemento del sistema lo componían los organizadores de los concursos que, continúa Mira, a raíz del boom concursístico de los años 70 surgen por todas partes. Sin embargo, es en los concursos organizados por las agrupaciones fotográficas donde los fotógrafos perciben que el prestigio de su conquista es mayor.

Todos estos cambios se hacen manifiestos ya en el número 0 de la revista Nueva Lente desde la que sus creadores se erigen en iniciadores de transformaciones. De hecho, afirman desde sus primeras páginas que su programa, independientemente de otras pretensiones más ambiciosas, consiste en propiciar una renovación de forma “concreta, honesta, rigurosa y clara”.

Esta necesidad y estos primeros pasos en este sentido dieron como consecuencia un aire nuevo de cambio generacional en el que se inició un movimiento contracultural que, en el contexto de la transición política española en Madrid, trajo consigo algo tan genuino y único como «La Movida».

Uno de los lemas que propugnaba Nueva Lente era «Vale todo». Y tal afirmación caló tan hondo entre sus seguidores que numerosos fotógrafos partían del arte conceptual y se centraban en su potencial artístico, independientemente de las técnicas empleadas.

Hasta tal punto influyó este modo de pensar en la fotografía que, como recordaba el propio Pablo Pérez Mínguez en la revista, algunos llegaron a decir que los responsables de Nueva Lente eran unos pintores, unos artistas que querían «cargarse» la fotografía.

Volviendo a Jorge Rueda, la impronta que nos transmite en sus imágenes es merecedora de un interés instantáneo, que produce un auténtico shock en el espectador en la búsqueda del sentido de lo que está contemplando.

Anticipado a su tiempo, con una coherencia argumental fuera de toda duda y un compromiso social arriesgado en una época en la que la censura cercenaba determinadas licencias, el fotógrafo apostaba por un humor ácido y vitriólico, mostrando unos personajes trazados por el pincel de su llamado realismo fantástico, que no surrealismo.

Él mismo, a través de sus ideas, de sus textos y acciones, con ese verbo rápido e intrincado en el que se mostraba como un iletrado, era el mejor de sus personajes como podemos ver, a modo de ejemplo, en el texto de presentación de su magnífico libro Mal de Ojo.

Su inquietud le llevó a compaginar su labor de fotógrafo con otros muchos proyectos. Trabajó como reportero gráfico para la revista Triunfo, colaboró con el mundo editorial fundando la revista Aquí Imagen, participó en proyectos editoriales internacionales como Haitier, Ruedo Ibérico o Panorama y fue muy notorio su trabajo como comisario en los conocidos y prestigiosos Encuentros Internacionales de Arlés.

En varias ocasiones dirigió los Encuentros Fotográficos en Andalucía (FOTOPLIN), fue copartícipe en los inicios del proyecto Imagina, desarrollado en el ámbito de su tierra natal que, posteriormente, junto con Manuel Falces daría lugar al Centro Andaluz de la Fotografía (C.A.F).

A todo lo anterior hay que añadir su faceta de maestro, reconocida por muchos fotógrafos, a los que formó a través de talleres, cursos, escritos y diversos libros.

El nombre de Jorge Rueda quedará ya en el rincón de los olvidados por el Premio Nacional de Fotografía, junto a tantos otros. Quizá no haya sido su momento; quizá su rebeldía transgresora y ácida no fuera del agrado de los jurados. Quién sabe. Desde nuestra modestia y desde nuestro agradecimiento planteamos ahora este particular homenaje al fotógrafo con esta exposición.

Y, aunque uno de sus últimos deseos fuera la destrucción de todos los archivos fotográficos de su propiedad, lo contravenimos en el convencimiento de que debemos mostrar su trabajo y compartirlo ya que, como el propio Jorge Rueda escribió una vez, «si uno no sigue, todo sigue sin uno».

 

Enrique Sanz Ramírez, © 2012. Presidente de la Real Sociedad Fotográfica.

SLYC

17/2/2021

Encuentros Internacionales de la Juventud, Cabueñes (Gijón, Asturias), 1988

En la foto de álbum, por cortesía de Montserrat de Pablo, vemos a Rueda en los talleres que impartió como tutor en los encuentros de Cabueñes.

A través de la foto, tomada por Montse, percibimos como Jorge parte de tomas fotográficas, anteriores y variadas, para componer nuevas imágenes. Como ejemplo «espant».

Felix Lorrio

9/2/2021

Jorge Rueda

Jorge Rueda representa uno de los pilares de referencia de la fotografía en nuestro país.

Fundador con otros dos iniciados / iniciáticos (Carlos Serrano y Pablo Pérez Mínguez), de Nueva Lente, revista que supuso un espacio innovador y que trazó una línea divisoria entre lo poco que ocurría en nuestro panorama fotográfico y lo mucho que empezaba a suceder gracias a su impulso, ha sido además, responsable y colaborador de multitud de eventos a lo largo de veinte cinco años. Maestro para muchos y un gran comunicador.

Comunicar, objetivo primordial en su vida, comunicar por su necesidad de encontrar un equilibrio existencial, usando la crítica contra todo el horror que supone la injusticia social, política y religiosa imperante desde siempre, criticando en realidad nuestra propia involución personal que no nos deja, según parece, ser respetuosos, tolerantes y generosos.

Comunicar, valiéndose de su soporte favorito, el fotomontaje, elaborado a partir de sus propias realizaciones fotográficas, retratos, reportajes y elementos de la realidad que se convierten a través de su fantástica imaginación, en metáforas visuales de manera que no disocia la importancia documental, del hecho fotográfico como creador. Comunicar descansando siempre en el consolador colchón del surrealismo.

Los fotomontajes los utiliza como mensajeros directos, tratando de pillar por sorpresa a nuestro inconsciente, y haciendo guiños a nuestro intelecto, con un impacto visual y conceptual tan potente como para conseguir que sean recordados y descifrados a través de una narrativa repleta de gestos cargados de humor de todos los sabores, incluyendo una azarosa búsqueda de la belleza.

Si algún día veis una fotografía en la que aparezca un magnífico cactus, dotado de ruedas de todo terrenos, incluido el marciano, con varios brazos, y flores brillantes de colores agazapadas entre las múltiples púas, podéis acordaros de Jorge Rueda».

 

Félix Lorrio, © Octubre 2020

 

* Texto leído por Felix Lorrio en «JORGE RUEDA Y SUS CONTEMPORÁNEOS EN LA RSF. HOMENAJE A UN FOTÓGRAFO VISIONARIO»

* «YETI» Texto presentación de Rueda para Nueva Lente 70 -1977-. Lectura incluida en la intervención del «Encuentro para profesionales». FIEBRE PHOTOBOOK 2020.

Nueva Lente 70 -pág. 59- Diciembre, 1977

SLYC

26/1/2021

Fondo álbum

Foto, por cortesía de Demetrio E. Brisset, que muestra a Rueda en su parada del rastro de Madrid en 1974.

SLYC

19/1/2021

Revista Psicodeia, psicología de hoy

Año III Número 25, 1973

Foto de PORTADA de Jorge Rueda

Carlos Canet

12/1/2021

«¡Aleluya, aleluya. Cada uno con la suya!»

Una pequeña anécdota al respecto de este texto; como todavía no era común usar e-mail y había prisa en la imprenta, Jorge me leyó el texto por teléfono y lo grabé con un walk-man.

El caso es que bien por mi transcripción o por prisas en la imprenta, unos pequeños cambios sintácticos cambiaron un poco el sentido del texto; con lo que no se sabía bien si al autor le gustaba la exposición o todo lo contrario, lo que desconcertó un poco al galerista.

Así y todo, a mí me pareció muy Rueda y fue un orgullo para mí.

Este texto apareció más tarde en Mal de ojo

SLYC

5/1/2021

Galería Redor. Exposición y Happening. 1973

Fotos de álbum por cortesía de Demetrio E. Brisset

Jorge Luis Santo Garcia

15/12/2020

 

Me alegra sobre manera, que se le rinda tributo y recuerdo a quien fuera un gran referente de la fotografía «particular de él» ya que no le gustaba el término «surreal».

Mucho éxito con este proyecto.

Un abrazo.

Enric Mira

3/12/2020

 

A menudo se olvida que los fotógrafos también reflexionan y escriben sobre fotografía o sobre otros fotógrafos. Recuperar la figura de Jorge Rueda en todas sus facetas es, sin duda, una iniciativa muy oportuna. Enhorabuena.

«LA VANGUARDIA FOTOGRÁFICA
de los años setenta en España»
Enric Mira, 1991

Manuel López Villegas

3/12/2020

El ojo que escribe

«Es imposible que yo fotográficamente sea de un modo y como escritor sea de otro, soy el mismo que utiliza distintos lenguajes y que trata de expresar lo mismo por distintos medios». 

Jorge Rueda (Conferencia pronunciada en «Mira Algeciras», noviembre de 2004).

La escritura de Jorge Rueda es casi tan enigmática como sus fotografías. ¿Enigmática? Sí, es una escritura hecha de capas, tantas como las que contienen sus fotografías. Velos que hay que ir apartando, pero que no siempre caen de la misma manera. Ahí reside el enigma. Cada nueva lectura de un texto de Jorge no es un final, es la apertura de un nuevo misterio, como el que contienen cada una de sus fotografías. El lector perezoso y el observador embrutecido no ven más que lo evidente.

– Pues que se queden con eso – diría Jorge.

Miremos un poco más lejos. Quizá un lector virgen de su fotografía desentrañaría mejor el misterio de su escritura. Pero, ¿para qué acabar con el misterio? Misión imposible, misterio inexplicable.

Yo, que llegué primero a sus fotografías y luego a su escritura, ahora me siento incapaz de separar la una de la otra. Leer a Jorge es participar en un juego de capas, colores, luces y estampas oníricas que se superponen a las reales. A donde la imaginación te lleve en la contemplación o lectura. Un lector ajeno a su fotografía es un lector que lee con un solo ojo, que entiende con un solo hemisferio, si acaso el entendimiento se háyase recluido en un lugar único y si es que se hiciese necesario entender. En uno de sus textos, los parroquianos de un bar creen descubrir milagrosamente un rostro en la pata de un jamón colgante. Puede que en algo tan simple radique su genio.

Dice Jorge que hay una fotografía inventada y otra encontrada. ¿Es su escritura inventada o encontrada? Quizá búsqueda que cristaliza en invento, porque hay entre sus textos, mezclados o a veces solitarios, cuentos, poemas, aforismos, reinvenciones de dichos populares, ensayos camuflados, epitafios y hasta un cuasitestamento o última voluntad. Escritor multigénero, artista multidisplicinar – Jorge habría vomitado sobre ambos términos, por putrefactos y horteras. La manía de teorizar y ponerle nombre a todo. Jorge escribe claro sobre el misterio de estar vivo y los caprichos de la mirada. Pero misterio al fin al cabo. Claridad luminosa y misteriosa como su fotografía, fotografiar un candado para liberar el ojo del que contempla. La escritura como llave. Embriagar al lector con el color de la tinta negra. La pluma de Jorge es un ojo que escribe, un ojo múltiple como el de un insecto. De ahí el misterio.

Jorge hablaba entre recio y tímido, entre brusco y suave, entre borde y comedido – dualidad esta muy almeriense-, y esas maneras se trasladan a su textos. La suya es una escritura seca, sin florituras ni adornos superfluos, escritura pausada que en un momento se desborda y arrasa con todo, como esas ramblas que parecen calmadas y en un momento se vuelven destructivas. Porque Jorge, como Bukowski, también pelea a la contra en sus textos. No se conforma. No importa el precio, hago lo que me da la gana. Es lo que tiene ser libre.

Decía Buñuel que no le importaría ver arder en el jardín de su casa los negativos de todas sus películas, y pide Jorge en esa voluntad última, escrita el año antes de su muerte, que arda todo lo que sea susceptible de rapiña por parte de los de siempre:

Con el fin expreso, de que las alimañas carroñeras que me acosaron en vida, no se aprovechen de mis despojos, tal como tienen por costumbre.

Historia de todos, carnuzo trasplantado en los que lo leemos y lo vemos. Jorge, al final te salió el poeta del que renegabas, pues nada hay más poético que esa fogata póstuma.

 

Manuel López Villegas, © Octubre 2020

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